miércoles, 10 de octubre de 2012
Un angel me hablo
Esta es una historia verídica. Me pasó hace aproximadamente 8 años, cuando mi esposa y yo éramos novios. Hay cosas que a uno lo hacen creer. Yo, en lo personal, siempre he sido muy apegado al método científico para intentar explicar las cosas, pero luego de varias experiencias que he tenido, mi forma de ver el mundo cambió por completo.
Mi esposa es profesora y un sábado me llamó para que la acompañara a dejar unos papeles en un colegio donde daba clases. Le dije que sí e inmediatamente me empecé a preparar. Antes yo solo usaba el celular en el trabajo, nunca lo andaba los fines de semana, hasta ese día. Terminando de alistarme, y lo puedo jurar, sentí una presencia tras de mí y una voz me dijo claramente: "Llévelo, lo va a necesitar". Fue una voz que no tenía género, me pareció masculina, pero tampoco se escapaba del lado femenino. Yo me quedé viendo el celular muy extrañado, porque inmediatamente volteé y no había nadie. En fin, tomé el teléfono y lo puse en mi bolsillo. A los pocos minutos íbamos rumbo a Heredia. Aclaro que yo nunca he sido de pelear, de hecho nunca me había peleado con nadie hasta ese día. Pasando por el Liceo de Heredia, había una pareja que a todas luces se veían como maleantes. Pues cuando pasamos a su lado, sin decir nada, el hombre se me abalanzó. Más por instinto que por otra cosa, empecé a defenderme y la adrenalina me hizo centrarme en el atacante, sin importarme nada más, incluso el ridículo de "agarrarme" con alguien en la calle, algo impensado de acuerdo a mi forma de ser.
En un momento dado, topé con un golpe de suerte, una patada en el estómago del maleante, por lo que se agachó llevándose sus brazos a esa zona por el dolor. Me dije a mí mismo "este es el momento" y me disponía a darle un buen golpe en la cara cuando el celular empezó a timbrar. Eso me "despertó", porque todo en mi estaba centrado en mi enemigo. Todo a su alrededor era oscuro y solo lo veía a él. Hice otro intento de pegarle pero el segundo timbre me hizo llevarme la mano al bolsillo y sacar el teléfono. Cuando contesté, era una llamada de Cartago, y del otro lado se disculparon porque marcaron mi número por equivocación... Inmediatamente asocié el teléfono con la voz que antes de salir me dijo "llévelo, lo va a necesitar" y en cuestión de segundos analicé la escena y el maleante estaba justo al lado de unos ornamentos que tiene el antiguo edificio del Liceo de Heredia, por lo que si le hubiera golpeado con la fuerza que lo iba a hacer, era seguro que su cabeza habría terminado chocando con uno de esos salientes de concreto y no quiero ni pensar qué habría pasado.
No sé ustedes qué pensarán, pero a partir de ese momento me di cuenta que Dios envió a mi ángel de la guarda a protegerme.
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